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Chaitén vive, Región de Los Lagos, ChileJulio 2008Para poner en contexto a todos los lectores, Chaitén es un pueblo ubicado en los sectores remotos de la Región de los Lagos, específicamente considerado - hasta hace pocos meses - el puerto de entrada a la Carretera Austral chilena. Pero a comienzos de Mayo del 2008, el volcán Chaitén, prácticamente desconocido antes de eso, comenzó un proceso de erupciones que provocó la evacuación total de Chaitén. A eso se sumó en pocos días un desborde desmedido del Río Blanco, resultando en la destrucción de calles, casas y prácticamente toda edificación. Cuando esto comenzó a ocurrir, me encontraba fuera de Chile y por esos días, bastante desconectado de noticias. Pero por casualidad me enteré de la erupción al ver a la pasada un medio de noticias de Chile por Internet. Quedé pasmado. Hasta cierto punto, incrédulo. Recién unos días después, con gran parte del desastre en la retina de todo el país - sólo gran parte y no todo aún, lamentablemente - pude informarme con mayor detención. Si bien encontré mucha información que explicaba los aspectos físicos y resultantes de este evento volcánico, mi atención comenzó a centrarse con mayor intensidad en el pueblo y su gente. Consciente de que ya deben ser 8 años desde la última vez que pasé por Chaitén, durante mi época de estudiante este punto fue una puerta de entrada y salida para varios recorridos por la Carretera Austral. Recuerdo como ayer la primera vez que me bajé de la barcaza - que puede haber sido la Mailén o Pincoya, para aquellos de Uds. que vivieron esa inolvidable experiencia - luego de haber pasado la noche durmiendo con saco de dormir en cubierta, abrigado por el calor de los motores en popa y a la vez anestesiado por su intenso y constante sonido. Se abrió la compuerta delantera y junto a Andrés G. caminamos los pocos cientos de metros que nos separaban del pueblo mismo. Fue un día de clima glorioso, que continuó con nosotros y otros varios mochileros echados en la parte de carga de un camión que fue hacia Futaleufú y me entregó las 4 horas más impactantes de Patagonia que recuerdo hasta ahora, al ser prácticamente ahogado por los paisajes de bosques, cerros nevados, montañas, glaciares, ríos enormes y lagos apoteósicos, todos avistados en 360° grados desde la tolva del camión. Inolvidable. Esa aventura, como tantas otras, comenzó en Chaitén. Otra que recuerdo vívidamente fue unos años después de esa primera visita, en realidad regresando en solitario a casa, luego de unas semanas de pesca con mosca en algunos puntos destacados de la Carretera Austral. Venía cansadísimo y entrando al pueblo un mediodía de un viernes. Fui a unos de los pocos almacenes de ese entonces, a aprovisionarme de algo de almuerzo y adicionales, a la espera de tomar el transbordador que salía a la mañana siguiente rumbo a Puerto Montt, completando así con un bus esa noche hasta Santiago. Unas salchichas, bebida, algo de pan y queso en uno de estos almacenes, que también ofrecía una de las escasas posibilidades de hacer llamados telefónicos de larga distancia. Así completé mi ceremonia de llamados de "estoy vivo, ya voy de vuelta" y comer "algo antes de desmayarme". Volví al hospedaje donde me quedaría esa noche y habiendo instalado mi cocinilla, disfruté de uno de los mejores almuerzos de esas dos semanas. Apenas terminé, el cuerpo me pidió una siesta, así que sin más trámite, me entregué con la idea de dormir un rato para reponer y luego hacer otro recorrido por el pueblo. Pero el cansancio acumulado tomó el control de la situación. Cuando me liberó, abrí los ojos y vi que eran las 3 de la mañana. Ya llevaba cerca de 12 horas de sueño ininterrumpido y no tenía posibilidad alguna de poder seguir durmiendo. Así que una revista me hizo compañía hasta las 7:30AM, hora en que salí a tomar el transbordador que me llevaría a Puerto Montt. Pero venía una sorpresa: el transbordador venía atrasado y aunque igual habría viaje más tarde, el nuevo horario no me permitiría alcanzar el bus salía esa noche. Así, luego de un trámite administrativo, me quedé con escasamente con el valor de la devolución del pasaje y otros pesos adicionales, llegando casi a los $10.000 (cerca de US$20) en total. Con angustia, partí a la oficina de una de las líneas aéreas locales, cuya flota se basa en pequeños aviones de 10 y menos pasajeros y traté de ver alguna alternativa de financiar el pasaje (cerca del doble de lo que tenía en efectivo), sabiendo que no tenía cheques ni tarjetas a mano, sólo mi tarjeta de cajero automático, que era totalmente inútil en esa época en la zona, dado que no había un cajero automático en cientos de kilómetros a la redonda. No existiendo ese tipo de alternativas y obviando todos los detalles de la conversación, en la cual seguramente mi cara se fue deformando progresivamente, Patricio, el encargado, hizo lo que hasta hoy considero un acto increíble. Abrió su billetera y sacó el monto que me faltaba para cubrir el pasaje aéreo hasta Puerto Montt y con una mirada certera, me dijo: "confío en que en la oficina de Puerto Montt me dejarás el mismo monto a mi nombre". Fue la salvación. En lugar de navegar por 8 horas, en 30 minutos de vuelo estuve en Puerto Montt con el regalo adicional de una vista aérea de los fiordos de Chiloé continental que pocas veces he visto. En Puerto Montt me fui directo a la oficina de la aerolínea, dejando un sobre cerrado con bastante más que el monto del préstamo de Patricio y una breve y concisa carta de agradecimiento por la confianza y ayuda de este generoso residente de Chaitén. Una vez más, involvidable. Busqué en mis fotos de esos años, época en la cual sólo fotografiaba una fracción de mi tasa actual en cada viaje, y no encontré fotos de aquel Chaitén, lo cual lamento profundamente. Hoy, ese lugar no existe tal cual yo lo conocí y transité tantas veces. Por mi, una verdadera lástima no tener al menos una o dos fotos de esta colonia de esforzados chilenos que han vivido en cierto nivel de aislamiento por tanto tiempo. Hoy Chaitén está devastado. Pero tengo la certeza de que Chaitén mismo sigue existiendo con fuerza en el espíritu esforzado y corazón abnegado de todos sus habitantes y volverá algún día a existir en el mismo lugar o en otro. ¡Larga Vida a Chaitén! © 2008 - Rodrigo Sandoval - www.RodrigoSandoval.com |
Todas las Fotografías y Texto tienen Copyright © 1997-2008 Rodrigo Sandoval U. - Lo Barnechea, Santiago CHILE |