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El bosque de la Sierra de Guadarrama, EspañaMayo 2009
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Confieso que no sabía nada de la Sierra de Guadarrama, pero mi amigo Rafael, un chileno-español viviendo en las afueras de Madrid, insistió en que valía la pena el paseo. Yo ya estaba ahí, así que no pasó por mi mente negarme. Aún más, la oferta de una visita al Río Lozoya, con hermosas truchas (y con caña mosquera incluida), me terminó de convencer, aunque en realidad no fue necesario para gatillar el entusiasmo.
Me sorprendió muchísimo toda la zona. Me encantó. Pero la sorpresa vino por encontrarme con zonas tan naturalmente hermosas a apenas unos kilómetros del centro de Madrid.
Mi amigo Rafael, apasionado por la naturaleza como yo, ha logrado recorrer casi cada uno de los increíbles senderos que se descuelgan por los cerros en diferentes puntos, tanto protegidos dentro de parques, como simples caminos que salen de algunos de los centenarios pequeños pueblos. Sus descripciones son ricas en la diversidad y maravilla natural de estos escenarios perfectamente conservados.
Fue un Domingo a finales del verano. Partimos muy temprano rumbo al Noroeste. Pocos minutos después el camino comenzó a empinarse buscando el cruce de un portezuelo. El bosque aumentaba en altura y densidad con cada kilómetro que avanzábamos. Nuestro destino era el río y su pesca, pero me era imposible despegar la cara de la ventana, admirando cada centímetro de los bosques que apenas se abrían para dejar pasar la carretera.
En uno de los puntos más altos, cerca de un sector llamado Alto Manzanares, paramos a la orilla del camino y tuve mi primera oportunidad de capturar algo de esta escena hipnotizante con mi cámara.
A pesar de que sólo tuve unos minutos, me dispuse a sacar el máximo de esta oportunidad. Lo primero que me llamó la atención fueron los árboles. Pero siguiendo la conocida moraleja de “los árboles no dejan ver el bosque”, me puse a mirar con más detención el bosque mismo. Fue así que los helechos tomaron protagonismo en mi visión. Estaban por todos lados, cubriendo prácticamente todo el suelo del bosque, protegidos a la sombra de los árboles.
Busqué algunos ángulos en que pudiese incluir tanto los helechos como el resto del bosque en la misma fotografía. Ésta es una de esas fotos, que creo lograron reflejar parte de la experiencia, pero me habría encantado darme el tiempo de fotografiar con mayor detención y haber capturado algo más del espíritu de este bosque.
Seguimos el resto de la excursión por el día y a la vuelta Rafael decidió tomar un camino alternativo. Este camino nos llevó por sectores de mayor altura, donde el paisaje cambió en gran parte. Nos encontramos un bosque mucho menos denso, al punto que en varios sectores dejaba mesetas con praderas repletas de arbustos bajos, que aún en el final del verano, se adornaban de flores por todos lados. Así nos entusiasmábamos admirando otra faceta interesante de la Sierra de Guadarrama, en su porción perteneciente a la provincia de Madrid.
En resumidas cuentas, me encantó. Y cuando unos meses después me senté a ver “El Laberinto del Fauno”, pude reconocer, entre medio de la dramática historia basada en hechos históricos reales, el espíritu del paisaje natural de esta sierra.
Feliz me iría una semana a fotografiarla nuevamente.
© 2009 Rodrigo Sandoval - www.RodrigoSandoval.com
Todas las Fotografías y Texto tienen Copyright © 1997-2009 Rodrigo Sandoval U. - Lo Barnechea, Santiago CHILE |